Tendemos a separar el trabajo de voz del entrenamiento actoral cuando, en el teatro de texto, la voz es el vehículo a través del que creamos y damos vida a los personajes que interpretamos, entendiendo la voz como un proceso indivisible que incluye la mente, la respiración, el cuerpo y el sonido.

La voz es la concreción de quien somos en el mundo, a través de ella damos forma y exteriorizamos nuestros pensamientos, sentimientos, necesidades… y nos es tan íntima que a menudo nos sentimos vulnerables y la “disfrazamos” para protegernos, creando hábitos y tensiones que limitan su riqueza melódica (los harmónicos) haciéndola “pequeña”. Esto hace que como actores tengamos a veces la sensación que nos cuesta trasladar la emoción a la palabra con toda su especificidad o que perdamos matices al decirla.

Como profesionales de la palabra es muy importante tomar consciencia de esta vulnerabilidad. Tener las herramientas y la técnica para que nuestro instrumento este abierto y disponible es imprescindible para poder servir de canal a los personajes que interpretamos sin interferencias que limiten nuestro potencial.

El objetivo es conectar nuestra voz natural con la emoción desde la presencia o dicho de otra manera, rellenar de verdad la palabra, hacerla viva y entendedora.

En el primer nivel el trabajo se centra en la parte más técnica y el objetivo es tener un cuerpo disponible, encontrar nuestra voz natural y conectarla con el impulso de la emoción.

Este es un proceso que requiere tiempo y dedicación, por esto el programa está dividido en 4 niveles, que no es necesario hacer en su totalidad se pueden hacer aislados, y hacer el primer nivel no implica tener que hacer los seguientes, aunque para hacer un nivel superior sí que se tiene que haber hecho antes el anterior.

Y como lo hacemos?

El primer paso es trabajar la técnica, que es la clave para conectar palabra y emoción y es el canal para llegar a la libertad creativa. Es mediante la repetición y la ejercitación muscular que generamos nuevos canales neuronales, “hábitos” que acaban siendo automáticos generando lo que se llama memoria implícita, es decir, entrenamos para que mente, cuerpo y voz esten disponibles y abiertos. Una vez asumida la técnica se trabaja a partir del juego y el imaginario para integrar esta técnica al impulso creativo desde la presencia, reconectando con nuestro derecho innato a DECIR y a ESTAR, aceptando nuestro poder y nuestra voz. El seguiente paso es aplicar aquello aprendido en el trabajo coral, como crear la conexión con uno y el entorno, es un ejercicio de escucha donde se entrena el ritmo, la suspensión y la especificidad del texto, la compañía al servicio de la obra.

MÍRIAM MARCET Formada principalmente en el Institut del Teatre, en la Rose Brufor College, en el Actor’s Centre de Londres y en el Michael Howard Studio de NY, especializada en técnicas de voz, ha seguido la línea inglesa de la Central School of Speech and Drama de la Cicely Berry de la mano de Tess Dignan, de la Patsy Rodemburg (fundadora del departamento de voz del National Theatre y directora de la RSC más de 18 años), de Kevin Michael Krips, de Gemma Reguant y de Coralina Colom. En teatro ha trabajado bajo la dirección de Josep Maria Miró, Iván Morales, Carlos Be, Pau Miró, Konrad Zschiedric, Matt Wilde, Martí Torras, Roger Torns, Carme Portaceli , Manel Dueso entre otros. En Tv ha trabajado en series como El Cor de La Ciutat, Kubala Moreno i Manchón, Nit i dia, Mira lo que has hecho, Clara Campoamor, la mujer olvidada o Las manos del pianista. Como docente ha dado clases de Técnica vocal en la UAB, UDG, en La Rose Bruford College (UK) y ha trabajado como coach para productoras como Fernando Trueba producciones cinematográficas o El Terrat de Produccions, entre otras.

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